sábado, 26 de noviembre de 2011

¿Salto al vacío?





  Las primeras lluvias del otoño no son buenas compañeras. No para mi. Con el sonido de fondo de esa lluvia, tecleaba en la cabeza una nota que me secara. Una voz cálida, desde la habitación de al lado me ha llamado:

-Ven a mi habitación mamá, quiero leerte una cosa.
-¿No puedes venir tu aquí ?
-No, lo tengo en el ordenador y quiero leertelo. A ver que te parece?

Me he puesto una chaqueta. No se si hace frio o tengo frio. Y me he sentado en su cama a escuchar.
Se me ha olvidado lo que yo tenía ya  escrito en mi cabeza. Ya no me hacía falta. Ella, sin saberlo, lo había hecho por mi.


La reproduzco tal cual.









¿Salto al vacío?

Un amigo me dijo una vez, que cuantas mayores expectativas mayor sería la caída, ya que yo le había hablado de mi optimismo.
Y esto me hizo pensar. Si nosotros somos dueños de nuestras vidas, y la vida se compone de metas. ¿Cuán lejos puedes llegar sin expectativas? Es cierto que no hay que vivir de castillos de arena, pero también es cierto que, para conocer hasta donde puedes llegar, tienes que jugar con esa arena.


No por el miedo a esa caída hemos de vivir arrinconados, porque nuestra vida la guiamos nosotros, y si la dejamos estática no es vida.
Lo que debemos hacer es preparar esa caída, para no lastimarnos con el golpe. Para ello a lo largo de nuestro camino estamos acompañados de un arnés, sí, como el de los trapecistas. Pero este arnés no lo regalan, has de ir construyéndolo poco a poco. Y te preguntarás, ¿y cómo es ese arnés?, pues bien, ese arnés está formado por tus amigos, tu familia, tus valores y por último tu confianza. Hay que cuidarlo bien, pues de lo contrario se puede estropear con el tiempo y no ser efectivo si algún día lo necesitaras.


Son pequeños detalles por lo tanto, lo que pueden salvarnos la vida, pueden incitarnos a seguir y pueden sostenernos en momentos de debilidad, ya que uno a uno quizás sean insignificantes, pero todos unidos forman nuestro arnés, nuestro pasaporte al éxito.
Aun así, quedan los que siguen temiendo por su integridad, tienen miedo a arriesgar, pero realmente, nuestro tiempo corre, y en definitiva no tenemos nada que perder, porque para perderlo todo tenemos los días contados. Entonces, ¿por qué no ser optimista? ¿Por qué encerrarse en un pesimismo que solo lleva a la oscuridad? Para estos pequeños miedosillos todavía hay una medida más, un argumento en contra de su miedo al triunfo.



A parte de nuestro arnés, hay que aprender a crear nuestra red de caída, por si, al descuidarlo, el arnés hubiera fallado en su tarea. Es tan simple como guardar las enseñanzas, los pequeños amagos de caída, esos pequeños sustos, y ver que hemos seguido adelante, que no nos hemos quedado en el camino, y que la caída que veíamos alta desde el rascacielos no es más que un pequeño tobogán de parvulario. Cuando reunimos todos esos sentimientos, todo lo aprendido y lo ponemos en forma de red, por debajo de nosotros, sabemos que podemos arriesgar, podemos intentar ganar, sin miedo. Porque el que arriesga por una causa de la que está convencido, tiene muchas más posibilidades de ganar que el que no la mira, porque lo único que puede hacer es vigilar sus pies para no tropezar.

Rocío Geanini de la Peña (Madrid, 1994)




"Escribimos como somos. Somos como vivimos. Vivimos como sentimos. Escribe lo que sientas y no sientas por lo que escribas"

3 comentarios: