domingo, 13 de noviembre de 2011

Al final del sueño



...y al final del sueño ella controló sus emociones más aún.




Había hecho esfuerzos durante toda la mañana. No quería romper la magia, todo lo que llegara era bonito y era un regalo.

Además estaba nerviosa, insegura, poco marciana, realmente le costaba comprender e interpretar las señales del terrícola. Tenia miedo de que, llevada por sus emociones, hiciera algo que fuera mas allá de lo esperado o deseado por él. Pero se dejaba llevar. Todo era mágico, andar sin rumbo fijo, la lluvia cómplice, Madrid y sus cambios, los recuerdos...

Cada roce, cada contacto, cada caricia furtiva...despertaban colores, sensaciones perdidas y deseos controlados. Pero ella simplemente se agarró fuerte a su brazo para que no se escapara. Durante algo más de dos horas no había nadie más en las calles que ellos dos. 

Se dejo acunar por sus palabras, encontró a veces el brillo de sus ojos en la penumbra, se entristeció con su pena...

Fue muy feliz ...y cuando el sueño tocaba a su fin, Mafy controlo sus emociones más aún...un beso suave, apenas un leve roce en los labios se quedo prendido en su boca para otra vez. Tuvo miedo de que el príncipe y el sueño desaparecieran tras el beso...




El terrícola también lo dijo: "no quisiera romper la magia", también estaba algo nervioso... en esas situaciones igualmente tiende a dejarse llevar. De lo posible a lo sucedido puede haber un mundo... pero todo tenia cabida. Se lo hubiera dado todo... pero con lo vivido fue feliz y sentía que ella también lo era.


Sí, las calles eras nuestras, Madrid estaba ahí para cumplir tus deseos, la lluvia fue mucho más que cómplice, jugaba con nuestras ganas de estar juntos, el paraguas rojo nos distanciaba de lo prescindible, protegía nuestro espacio y nos acercaba en lo posible.


"Qué era bonita era caminando de mi brazo por la acera", cantaba Sabina.




"Pero que hermosas eran". Joaquin Sabina.




"Escribimos como somos. Somos como vivimos. Vivimos como sentimos. Escribe lo que sientas y no sientas por lo que escribas"

1 comentario:

  1. “(…) Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

    Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
    Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

    De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
    Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

    Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
    Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

    Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
    Mi alma no se contenta con haberla perdido. (…)”

    Pablo Neruda.

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