Le despidió en la puerta de la casa, bajo aquel dintel de madera tosco y viejo.
Secó sus manos arrugadas en el paño, compañero fiel de largas horas, y lo colgó en la cintura de la falda ajada. Se abrazó a su cuello y escondió la cara para que las lágrimas no borrarán la luz de la emoción que él irradiaba.
Ella lo entendía todo. Que pequeña la aldea, que sin vida. Y que brillante, que inmenso, allí esperándole, el mundo.Le observó marchar ligero, camino adelante, casi bailando al paso. Silbando su canción como regalo. Y no lloró hasta adivinarle como un pequeño punto desapareciendo tras la curva, en la bajada al río.Siempre le esperó, toda su vida. Supo en el alma, que no engaña, que al final un día volvería. Pero cerró por fin sus ojos presintiendo que aquel último rayo de luz que le llegaba lo cegaba él con su sombra al atravesar la puerta.Él no fue consciente del tiempo que pasaba. Recorrió cien lugares, mil rincones. Fue de todo: pastor de 20 vacas, camarero, artesano en madera, comerciante, vendedor de remedios y cantante, deshollinador a ratos y otros nada.Rió, lloró, vivió, amó y al final...añoró.Y regresó a la aldea un día de otoño, a buscar el calor que había dejado, allí tras el dintel de aquella puerta, de aquella madera vieja y tosca.Atravesando el río, giro la curva y apareció en el fondo el viejo fantasma. La aldea triste, piedras en ruinas, solo tres casas con melodías de humo en sus chimeneas.Despacio, se fue acercando hasta la casa. Muda de vida, sola. Viva en tiempos y ahora adornada de verde e invasora vida. Y sintió entonces miedo, casi angustia. Noto las arrugas de su cara al secarse la frente del esfuerzo. El camino pesaba más que antaño. O quizá no era el camino, era el tiempo.
Y al retornar ya nadie le esperaba, solo el silencio colgado y los recuerdos...
Pdpz
Fotografía: Juan Manuel Castro Prieto |
"La ilustración fotográfica genera constantemente un discurso literario que la interpreta personal e individualmente. La realidad y la imaginación se confunden siempre a través de los 35 mm. de una película. Un escritor es un "mirador" de la vida. Un escritor puede ser un mirador de una fotografía.
Ver las cosas de forma diferente a como se tomaron, es una de las virtudes de un negativo fotográfico. De repente, la luz, el matiz, las sombras, el mágico instante del click añade la complejidad necesaria para que esta mirada, a través de una fotografía, encuentre misteriosas analogías entre la realidad y la imaginación. Entre lo que se ve y lo que se quiere ver. Entre lo que es evidente y lo que resulta abstracto en la mente y que se concreta mágicamente en una historia."
A veces la imagen da mucho más de si. El nanorelato nació como resumen de una pequeña historia que la fotografía sugirió desde el principio y se empeñó en seguir gritando en esta cabecilla loca. Ahora la vuelco aquí con la esperanza de que no grite más.
- ¿Esperanza? ¿me has llamado pequeña?
- No Umut, hoy no es tu espacio. Anda, vámonos ya. Deja que lean. Tira anda tiraaa...
"Escribimos como somos. Somos como vivimos. Vivimos como sentimos. Escribe lo que sientas y no sientas por lo que escribas"